martes, 3 de noviembre de 2015

CUENTOS DE BOYACÁ

El Soldadito Valiente.

Para alcanzar la independencia de Colombia hubo batallas entre Realistas y Criollos. El ejército español era comandado por el arrogante coronel Barreiro. Los dos ejércitos se enfrentaron el 7 de Agosto de 1819. Bolívar llevó al campo de guerra a Pedro Pascacio Martínez, campesino de trece años nacido en Belén de Cerinza, al cual había nombrado Ordenanza para cuidar sus caballos. El mozalbete fue reclutado por Bolívar cuando venía de atravesar la cordillera de los Andes desde Venezuela. Pedro Pascacio era pobre y el poco dinero que ganaba lo enviaba a sus padres. Llegó el día de la batalla en los campos de Boyacá, donde Bolívar obtuvo la victoria final sobre el ejército Realista asegurando la independencia del nuevo país. Las tácticas del Libertador, junto a la gran arremetida de Santander en el puente sobre Teatinos, lograron la victoria.
Viendo perdida la confrontación en donde cayó prisionera la tercera parte de su ejército, Barreiro quiso huir del terreno para pedir refuerzos a España y conformar un nuevo ejército. Pedro Pascacio se dio cuenta del suceso que había pasado inadvertido para los demás. El soldadito valiente, armado con una lanza, alcanzó al fornido coronel que se había escondido en unos barrancos que bordeaban el río. Cuando Barreiro vio que el muchacho le caía encima, acosándole con terribles lanzadas que chocaban contra su coraza de hierro, sacó una faja repleta de monedas de oro y la ofreció al muchacho:
–Son para ti si me os dejáis escapar. –El soldadito, sin dejar de amenazarlo con su lanza, lo miró en silencio.
–Aquí tengo más oro. –y sacó del bolso una cantidad mayor. Luego se quitó los valiosos anillos y las cadenas y se las ofreció.
–¡Está detenido! ¡Si trata de escapar lo mato! –amenazó con voz firme Pedro Pascacio.
–¡No seas estúpido, muchacho! ¡Déjame ir! Con este oro vivirás con tu familia sin tener que trabajar. Bolívar te paga una miserableza que no te alcanza ni para comprarte unas botas.
El Congreso condecoró al soldadito valiente con La Orden de Boyacá y le asignó una miserable pensión de quince pesos.
Barreiro sacó más oro y joyas de sus bolsillos, pero el soldadito no las aceptó. Bolívar quedó estupefacto al ver al comandante del ejército Realista capturado por el mozalbete de sus caballos. Abrazó al chico y le dijo:
–Eres el soldado más valiente de mi ejército porque no te dejaste sobornar por el oro de Barreiro, el enemigo más peligroso de la patria.
El Congreso condecoró al soldadito valiente con La Orden de Boyacá y le asignó una pensión de quince pesos.

lunes, 26 de octubre de 2015

¿POR QUÉ ESTE BLOG?

Este blog es pensado y realizado con el fin de mostrar la grandeza del pueblo de Boyacá y la calidad humana de su gente.
Su autora Andrea Yised Villamizar Villamizar nacida en Sogamoso-Boyacá se complace mostrar su hermoso departamento, la calidad literaria que este brinda al país entero y la diversidad histórica, cultural, gastronómica que tiene.

Para conocer más de este gran departamento y orgullo de América sigue este link: http://www.boyaca.gov.co/mi-boyac%C3%A1/historia

Las coplas populares de Boyacá indican las costumbres medicinales de su gente. Para las enfermedades del hígado la gente creen en el sen, llantén y la chireta, como así  lo expresa esta copla boyacense:


"El hígado es una vaina
si te soba, dáles "sen";
y si te sigue sobando,
dále "chireta" y "llantén".
Contra la bronquitis y la tos los boyacenses acostumbran "el malvisco" en bebidas calientes; asimismo es importante la flor de cerezo. Dice la copla:


"Malvisco y flor de cerezo
es lo güeno pa la tos;
al pecho se entra el "malvisco"
y a los pulmones la flor".
Para los enfriamientos los campesinos acostumbran el sudor de "toronjil", así dice la copla:


                                        "Si tás malita y te mojan
                                         estas llovisnas de abril,
que te den entre la cama,
un sudor con toronjil".
Para los dolores de muelas acostumbran la "chicoria", leche, linaza y limón, como dice la copla:


"Cuando te duelan las muelas
y te pongas cachetón,
hacé buches de "chicoria"
leche, linaza y limón".
Para los dolores de estómago acostumbran la raíz de manzanilla y las hojas de yerbabuena; para la fiebre, usan la verbena; para los cálculos en el hígado las almendras de níspero.


CREENCIAS Y SUPERSTICIONES POPULARES EN BOYACÁ

Los Chibchas de Boyacá eran sumamente supersticiosos. Si por la mañana oyen cantar la guacamaya o papagayo, se pronostican adversidades aquel día. Si arrulla la tórtola encima de alguna casa, toman indicio de muerte de alguna de ella. Si de noche ven u oyen alguna zorra, anuncian mortalidad de muchos. Si canta el pájaro valdivia donde hay enfermo, los indios tunjanos tienen por infalible su muerte. Si entra culebra en alguna casa, da por muerte al dueño de ella.

Los brujos en Boyacá tenían el nombre de cucacuyes en la colonia. Muchos campesinos boyacenses acudían en sus necesidades de enfermedad, muerte o hambre al jeque o brujo, quien ayunaba rigurosamente, comiendo únicamente un poco de ají y tomando por las narices la hoja o fruto de un árbol que llamaban "yopa", con el cual se desvanecían y respondían como oráculo a lo que se les preguntaba. 



YO SOY BOYACENSE.

Boyacá es un departamento que de extremo a extremo nos brinda una hermosa variedad cultural, posee riqueza espiritual e histórica y su gente, su pueblo se siente orgullosa del lugar de su procedencia.

 

En esta bella melodía se refleja el honor que es ser boyacense.

LA LEYENDA DEL JUDÍO ERRANTE EN TUNJA

La Leyenda del Judío Errante en Tunja. Aparece desde finales del siglo XVI. Se trata de la visita que hizo Ahseverús el judío de los tiempos de Jesucristo, quién según la leyenda universal que se ha ubicado en muchos lugares del mundo, gritó a Jesús en el camino del Calvario "anda", cuando el nazareno quiso sentarse en una piedra. El Maestro le dijo "Anda tú, anda hasta cuando yo vuelva, hasta el fin de los tiempos". Y desde entonces anda por todo el mundo, representando en su imagen la figura andante del pueblo judío.
En Tunja la leyenda del judío errante está en relación con la escultura del judío de la Iglesia de Santo Domingo que sale en las procesiones de Semana Santa; una escultura esculpida con la del Nazareno en los mediados del siglo XVI en Tunja. Creían los novicios del convento que el judío salía en las noches a hurtadillas de su celda y recorría los claustros del convento y robaba alimentos; creían asimismo que la estatua volvía repentinamente la cabeza y clavaba miradas tenebrosas e infernales; asimismo que lo encontraban sentado y llorando escondiendo la frente entre los brazos. Cuenta la leyenda colonial que un viernes santo el Padre Luis recibió la visita de un viajero, quien le preguntó por la estatua del judío de Santo Domingo. El viajero y la estatua vestían de la misma manera y entablaron un diálogo de reconocimiento en el cual el viajero resultó ser Ahseverús el judío errante, quién siguió su camino con paso lento y cansado hasta la consumación de los siglos.



Otras leyendas indígenas encontramos en Boyacá: La leyenda de Furatena en el territorio de los Muzos y las esmeraldas, alrededor de los cerros que fueron adoratorio de los chibchas. La leyenda de Huán en el templo de Iraca; la leyenda de Azay, la leyenda de la princesa Anachué, la leyenda de Tomaghata o el cacique Rabón, la leyenda de Idacansás en Sogamoso; las leyendas de los Laches y de los Boches hacia el norte de Boyacá y otras. 


Otras leyendas populares de Boyacá surgieron en los siglos de la Colonia alrededor de narraciones extraordinarias e históricas en la antigua provincia de Tunja. Unas se presentan como proyección de leyendas universales como es el caso del Judío Errante; otras surgieron de acontecimientos históricos que hicieron impacto en el Nuevo Reino, como fué el caso de la famosa Calle del Arbol alrededor de los crímenes de Doña Inés de Hinojosa.


La Leyenda de Doña Inés de Hinojosa. (O Manrique), aparece desde 1571 en la presidencia del Nuevo Reino realizada por Andrés Díaz Venero de Leiva. Doña Inés de Hinojosa era una venezolana ardiente y apasionada que está envuelta en el uxoricidio de sus dos esposos. El primero don Pedro de Avila fué asesinado en Carora (Venezuela) en confabulación con su amante Jorge Voto, profesor de música y baile. Los amantes se localizaron definitivamente en Tunja, en donde de nuevo la apasionada Doña Inés se prendó de don Pedro Bravo de Rivera, con quien planeó el asesinato de su segundo esposo.
El asesinato de Jorge Voto fué un escándalo general en el Nuevo Reino, el cual hizo trasladar a Tunja al Presidente Venero de Leiva. Los autores del asesinato surgieron en la investigación: uno intelectual, Doña Inés y tres de hecho, Pedro Bravo de Rivera, Hernán Bravo y Pedro de Hungría. Doña Inés fué ahorcada pendiente de un frondoso arrayán, en la que desde entonces se llamó en Tunja la "Calle del Arbol"; Pedro de Rivera y Hernán Bravo fueron, degollado el primero, y ahorcado en la picota él segundo. Esta narración fue relacionada por el cronista Juan Rodríguez Freyle en su obra "El Carnero", y aparece como leyenda en Tunja en la famosa "Calle del Arbol".